
Un Taxi en Rosario
09/04/2014 I Neto Gómez | Ver más entradas

Foto de www.diarioregistrado.com
“No sabés lo que es ché, están todos enfermos por el fúlbol acá ¿Vi´ité?” Así, con ese acento argentinísimo característico del rosarino, me advertía el taxista, que me llevaba de la terminal de buses al hotel donde habría de hospedarme, que en aquella ciudad, a aproximadamente 300 kilómetros de Buenos Aires, el fútbol se vivía de manera diferente al resto del país. Para complementar su idea, el taxista explicaba: “Todos los lunes al menos la mitad de la ciudad va al laburo con cara de culo. Noma´ porque perdió Central o Ñuls”.
“Rosario es como una pequeña Buenos Aires, tenemos todo y vivimos más tranquilo. No andamos todos locos como los porteños.” pregonaba el taxista. Y tiene razón, la proporción quizás sea de 12 a 1 en cuanto a población pero en Rosario el argentinismo se lleva a la máxima potencia. No es casualidad que sea Rosario la cuna de la bandera nacional, que el tonito argentino sea mucho más marcado, que el fernet se tome más cargado, que las mujeres sean más lindas(y futboleras) y que la pasión por el fútbol sea más grande que en la capital.
A diferencia del resto del país, en Rosario los hinchas de Boca y River son escasos. “Acá hay muy pocos hinchas de Boca o River. Yo soy de River porque mi viejo era de River, él era porteño. Pero somos muy pocos”. Así justificaba el taxista su afición por la banda roja. La pasión futbolera en Rosario se divide en dos, Rosario Central y Newell´s Old Boys, los dos equipos más grandes del interior de la República Argentina. En las calles y avenidas hay graffittis, murales y mantas que así lo demuestran, tanto en los barrios más populares como en los más exclusivos, en Rosario siempre habrá alguien a la vista que lleve alguna de las dos camisetas puestas. Desde algún niño que juega fútbol en las calles hasta algún viejo que tome mate a orillas del Río Paraná.
Canallas (hinchas de Central) y Leprosos (hinchas de Newells) comparten la ciudad, van juntos a la escuela, al trabajo, viven en la misma calle y hasta toman del mismo mate. “En teoría, Central es el equipo del pueblo y Ñuls de la clase alta, pero no es así. Están todos mezclados, es lo lindo del clásico de acá” finalizaba su charla futbolera el taxista mientras me sorprendía la enorme cantidad de partiditos de fútbol que había en los parques y calles de la ciudad. Los mismos donde seguramente tipos como Di Maria, Menotti, Banega, Mascherano, Messi, entre muchísimos (pero muchísimos, en serio) sobresalían desde temprana edad en el deporte que después los llevaría a brillar mundialmente.
El Boca-River trasciende fronteras, ambos equipos tienen seguidores más allá del cono sur, la pasión que provoca atraviesa el Océano Atlántico y es conocida por el mundo entero. El clásico rosarino es discreto en otras latitudes, no tiene lugar en la portada de los diarios nacionales ni mención alguna en los internacionales, pero es sin duda alguna el evento deportivo que el millón de rosarinos más esperan durante todo el año.
El Newell´s-Central se jugó este domingo. La prensa nacional estaba preocupada por la continuidad de Riquelme en Boca y emocionada por el buen momento de River. Pero, en los 178 kilometros cuadrados que ocupa Rosario no había otro tema de conversación. Era el primer clásico en cancha de Newell´s desde que Central volvió a primera después de 3 años en la B. El partido fue tenso, digno de un clásico, la hinchada rojinegra de Newell´s se le entregó los 90 minutos a su equipo, sin olvidarse de burlarse del enemigo por su paso por segunda. Los once guerreros canallas, a pesar de no contar con el apoyo de su gente, se sobrepusieron a las circunstancias y ganaron 1-0. La hinchada de Rosario Central festejó a lo grande. El pueblo canalla festejaba porque era la segunda victoria consecutiva sobre el odiado rival, festejaba porque su ventaja histórica en el historial se había extendido un poco más. Además, festejaba que con este resultado se alejaban por completo del descenso. Pero lo más importante de todo, festejaban porque podrían tener el goce de ver como sus los hinchas del rival, el lunes iban a ir al trabajo, escuela o universidad “con cara de culo. Noma´ porque perdió Ñuls” –Como diría mi amigo el taxista–.